lunes, 16 de marzo de 2009

Hasta siempre, como siempre, Quintín

No sé si para escribir en este blog necesito estar triste o sólo pero sí sé que no puedo escribir después de comer. Y acabo de comer.
También sé que no puedo escribir todo lo que pienso. No porque lo que pienso tenga algún interés más allá de que me interese a mí sino porque pienso en tantas cosas que paso de una a otra como de un post a otro, de un blog a otro, de una intención a otra.
Y siempre con retraso.
He abierto el periódico, de ayer, y me he enterado, hoy, viene su obituario en El País, que anteayer se despidió de este mundo Quintín Cabrera. Un amigo de esos con los que coincides una vez y ya es tu amigo. De los que cualquier día recibes una llamada o una visita y sigues hablando como si ayer hubieras estado con él, tomando una cerveza, dando un repaso al estado de la cuestión. Ya no será posible hacerlo, como con tantos otros. Creo que no tanto por la edad como por el efecto de tanta mortalidad como sobrellevamos.
Afortunadamente le recordaremos siempre porque dejó sus canciones y alguna memoria. En Canal Sur dejó en los primeros 90 un programa que recuperaba algunas canciones que no deberían olvidarse, lo presentaba mientras chupaba su pipa con la parsimoniosa tranquilidad de quien invita a disfrutar y compartir cosas importantes. Hacía lo mismo con la música que con la ingenua apuesta revolucionaria que siempre defendió.
Hoy tampoco tenía tiempo de escribir. Tengo películas pendientes, cada vez más películas pendientes, periódicos pendientes, domésticas tareas pendientes y ya urgentes por ineludibles, citas pendientes, trabajo pendiente, llamadas de teléfono pendientes, las copias de esos discos hace tiempo pendientes... y tanta cosa pendiente. Ahora lo que pegaría sería un matecito.
Perdón, Quintín.
Nos vemos.

3 comentarios:

LA NIÑA DE LOS MURALES dijo...

Hijo, chiqui, lo siento...
Venga un ánimo y a ver cuando nos vemos señor manaché
Un besazo

Soledad Flaubert dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Soledad Flaubert dijo...

El comentario anterior se ha suprimido por “arte de la informática”. No ha sido intencionadamente. Por eso vuelvo a escribirlo. Decía más o menos:
Víctor, lo siento, no he podido evitarlo… Estaba ojeando por La Mirilla, desde mi mirilla, cuando te escuché hablar con Quintín en el hueco de la escalera. Me acerqué a la puerta para ver y atender mejor qué decías. Vaya, pegué la oreja como suele decirse en estos casos, para enterarme mejor de tu conversación. He confesarlo.
Yo no tuve la suerte de hablar con Quintín Cabrera, pero sus canciones sí fueron uno de mis referentes: Señor presidente, No puedo hablar y otras muchas… Canciones (letra y música) que hoy siguen estando de actualidad porque él, antes de irse, se ha encargado de dejarnos “Naufragios y palimpsestos”.
Mis disculpas por escucharte sin que lo supieses y un abrazo desde el corazón que, como ves y casi sabes, es el músculo de mi cuerpo que más ejercito. ¡Enhorabuena por tu blog!
Dicho esto y, además, por otros motivos…, me apetece hacerte un regalo: el "Premio Limonada".
Pincha aquí y mira el porque:
http://enelojopatio.blogspot.com/2009/03/una-jarra-llena-de-limonada-para.html